El ascensor...
Puede resultar muy divertido o traumante un pintoresco viaje por el ascensor. Para mí ya es una actividad cotidiana, debido a los 11 pisos que me separan del suelo, pero aun así, no me dejo de sorprender. Un viaje en solitario se puede transformar en un viaje a la vanidad gracias al enorme espejo que suele estar ahí, aunque sabes que nos estas solo, ya que la cámara siempre te apunta, igual ya es un ritual disfrutar de tu reflejo. Todo esto cambia drásticamente cuando hay más personas. Lo divertido número uno es ver como todas las cabezas apuntan hacia el contador de pisos, 11,....10,....9 mientras mayor es la concentración en aquel punto de veneración, mayor es la elongación del tiempo,..........8,..........7, el aire se hace cada vez más denso. Los dedos se mueven en la pared del ascensor, las manos buscan lo desconocido dentro de los bolsillos, moviendo las llaves de un lado para otro.....6,.....5 ya queda poco, se tolera. Pero este equilibrio entre la desesperación y la ansiedad por salir del clautrofóbico cubo, se quiebra completamente cuando inesperadamente el ascensor se detiene en el número 4. La persona que entra sabe que no es bienvenida, aún cuando exprese esa semi-sonrisa que muestra uno que otro diente....3....continuará.